34... ¡35! años de existencialismo

Siempre confié en la escritura como mi aliada terapéutica más poderosa: desgarra y enternece, retumba y destierra. No hay recurso más inmediato que escribir. Más contundente que el mismo pensamiento, tal vez menos intrusivo, aunque más afilado, más certero. Y como mi herramienta más arraigada, confío en que pueda expiarme de todo cataclismo inherente a la condición de vivir, a la condición de amar. Precisamente, porque reconozco su efectividad es que me siento insegura de expresar algo que ya no haya escrito. Y es esperable, ya antes he amado, ya antes he temido, ya antes he sufrido por lo intangible. No es ajena a mi alma esta tristeza seca, arraigada desde que he podido hilar dos ideas acerca de mí misma; Soy fiel amiga del pesimismo, del auto-flagelo asociado a rumiar pensamientos catastróficos. Ya todo está escrito, es probable. Todo tiende a la repetición. Entonces ¿por qué todo continúa tan confuso? ¿Es esta una necesidad de repetir? como si fuese un impulso inco...