De las peleas...

Jamás podré entender de fondo las relaciones amorosas, no logro ser convencional y hace rato me di cuenta de ello, porque cuando me interesa alguien y ya vamos en el level de puedo reclamarte con confianza suceden ciertas cosas a las que no me acomodo, con la facilidad que lo haría la mayoría, por ejemplo, digo algo, es malinterpretado y surge la pelea... Bien.

Hace rato comprendí que para muchos no es fácil disculparse, ya sea por lo complicado de dar el primer paso o por no dar el brazo a torcer, porque el primero que cede siempre será el débil del cuento. Además porque la vida y la academia me han enseñado que las personas le agarramos cierto sabor a la tragedia, al drama y por tanto gozamos de ellos en nuestra vida, más placentero aún, sentir y saber que se tiene la razón y además que el otro lo reconozca resulta un triunfo para el ego equiparable a un orgasmo para el cuerpo.

Todos funcionamos así, yo funciono así, la mayor parte del tiempo, si dijera lo contrario estaría mintiendo pero decir que lo hago siempre también. En mi experiencia, he podido notar que soy de las que siempre trata, a su modo, de conciliar y sé que puedo agachar la cabeza si el error ha sido mío porque considero que es una pérdida de tiempo invertir energías en peleas que, en fundamento, se podrían arreglar fácilmente. 

Obvio, no digo que sea sencillo y tampoco digo que todas las peleas merecen bajar la guardia o el guante, no porque pretenda apoyar el obstinarse en ciertos asuntos sino por simple auto-valoración, hay cuestiones que si merecen enojo, reclamos, por respeto, por amor o x o y situación, pero si no es el caso y si sabemos que se trata de algo insignificante o mejor dicho, podemos considerar que concientemente se trata de algo que hablando —así suene a cliché— se puede arreglar, por qué invertir tiempo enojado o haciéndose el digno, cuando se podría estar happy y tranquilo y sin maricadas de por medio.

Les tengo la respuesta, amamos el drama, nos encanta, lo disfrutamos, gozamos del dolor y si nos arreglamos ¿quién no disfruta de una reconciliación chévere?


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Coreografía - Mía Gallegos

La soledad de no pertenecer - Clarice Lispector

Tú no sabes amar - Julio Flórez