Una cabeza descompuesta es lo que queda, un corazón impetuoso... tórrido océano distante...
Vacío el esperpento de una mente abnegada por los infinitos torrentes... Sanguíneo, amargo del hierro... Nefasto de la ingenuidad, caprichosa y dormida, Mares de la enfermedad... repugnante... verde como el olor de mi habitación en estos momento... y me he desconectado, de mi cuerpo, no de mi ser y ya no hay salida... (atolondrado rato de silencio)... Pufff... Me apagué.
Deberias conversar con Freud, o con uno de sus discipulos en su defecto.
ResponderBorrarJajajajaja interesante, Vacío el esperpento de una mente abnegada por los infinitos torrentes...
ResponderBorrarte invito a que te pases por mi blog.
www.sanderecho.blogspot.com
bye