Entradas

2020 ¡Qué puñetazo en la cara!

Nah, no lo creo. Recogemos lo que cultivamos. Yo por mi parte, tenía todo muy nublado, y sí, he sentido un puñetazo fuerte aunque no fue como que hubiese visto la mano amagando. Aquí estoy, completamente desubicada y queriendo acomodar este rompecabezas de la forma más sencilla que puedo y tengo de momento. Una vieja amiga, la escritura terapéutica. Mientras pago las cuentas que tengo pendientes, trato de salir de lo más inmediato, de lo que puedo, aún cuando el futuro y el hogar se ven tan difusos... ¿el hogar? ¿qué hogar? 230 mil pesos y yo con contrato laboral suspendido ¡Ser adulto apesta! Aunque si sigo repitiéndome esto tal vez termine por sabotearme la adultez, de la cual disfruto tanto como quiero. Ser adulto no está tan mal, lo malo en mi vida es haber tomado malas decisiones y no creerme aún el cuento de que puedo hacer algo bien (parece que ella no ha salido de los 16 y constantemente se ve así misma llorando detrás del mueble de la sala en su casa en la costa porque...

34... ¡35! años de existencialismo

Imagen
Siempre confié en la escritura como mi aliada terapéutica más poderosa: desgarra y enternece, retumba y destierra. No hay recurso más inmediato que escribir. Más contundente que el mismo pensamiento, tal vez menos intrusivo, aunque más afilado, más certero.  Y como mi herramienta más arraigada, confío en que pueda expiarme de todo cataclismo inherente a la condición de vivir, a la condición de amar.  Precisamente, porque reconozco su efectividad es que me siento insegura de expresar algo que ya no haya escrito. Y es esperable, ya antes he amado, ya antes he temido, ya antes he sufrido por lo intangible. No es ajena a mi alma esta tristeza seca, arraigada desde que he podido hilar dos ideas acerca de mí misma; Soy fiel amiga del pesimismo, del auto-flagelo asociado a rumiar pensamientos catastróficos.  Ya todo está escrito, es probable. Todo tiende a la repetición. Entonces ¿por qué todo continúa tan confuso? ¿Es esta una necesidad de repetir? como si fuese un impulso inco...

Una ventana

Imagen
Hace tanto tiempo que no escribo que me resulta extremadamente desaprendido. ¿Es eso posible? ¿Desaprender-se? Dejar de habitar-se en la progresiva cotidianidad para transformar-se lentamente en un ser casi inerte, automático y distante. No debería parecer extraño ¿verdad? esta vida que siempre me ha resultado errática, pesimista y... casi predecible. ¿No es esa una incoherencia?.  Entonces ¿qué sentido tiene?  He allí el punto. No lo hay. Verbigracia.  Y entonces les confirmo, hoy me he desaprendido, ya no soy, ya no habito, ya no creo. Solo me refugio en las pequeñas indulgencias que me ofrece la rutina, no hay sueños profundos, no hay compañía eterna, no hay viajes ni maestrías... La vida solo es una ventana llena de plantas.

Hécate (parte 1)

Imagen
 (William Blake, 1795) La separación de mis padres fue una realidad dolorosa que me tocó asumir cuando estaba bastante pequeña. Fue la primera dicotomía del amor que experimenté conscientemente y a pesar de ello no fui capaz de entender, en ese entonces y por mucho tiempo, a mi madre. Digo dicotomía porque el amor idílico que yo sentía por mi padre era tan fuerte que pensar en su ausencia y desamparo me abrumaba, no obstante, sus peleas con mi madre eran tan agresivas que aún imaginando el peso de su abandono llegué al punto de decirme a mí misma "es mejor que se vaya" y así fue. Sin embargo, conociendo ese sentimiento me era imposible comprender como mi madre no podía aceptar esa separación. ¡Cuánta arrogancia (o inexperiencia) de mi parte creer que es fácil desprenderse del que se ama aún cuando este te hace daño! Para esas épocas entré a la adolescencia con una figura paterna semiausente que se manifestaba a través de un beso cada mañana de saludo (porque mi padr...

Lo real y lo imaginario (Extracto de High Fidelity)

Imagen
(Hablando por teléfono con la reportera) —Escucha, se me ocurre una cosa ¿por qué no te hago una cinta? (...) —Hacer una recopilación musical es un arte muy sutil. Obedece a muchas reglas. Estás usando poesía ajena para expresar lo que sientes. Es una cosa delicada. Así que para esta estoy pensando... estoy pensando... (Se abre la puerta y se quita los audífonos bruscamente, entra Laura) —¡¿Cuándo se va a acabar esto?! —¿Cuándo se va a acabar qué? —Nada. —¿Para quién es la cinta? —Para una chica que me entrevistó para El Reader. (Cambia la escena) —¿Qué voy a hacer? ¿seguir saltando de piedra en piedra toda mi vida hasta que no me queden piedras? ¿salir corriendo cada vez que otra mujer me despierte las tripas? He estado pensando con las tripas desde los 14 años y, francamente ya vi que el cerebro de mis tripas es pura mierda. (Entra Laura mientras él se encuentra esperándola en un mesa con una cerveza) —Hola. —Almuerzo con alcohol en día de clases. Qué li...

El clavo - Juan Carlos Abril

Todo lo revivido se estremece. Repites las historias muy despacio con los nombres del mundo de los muertos pues lo bello, al final, resulta triste. Las huidas sin carrera son la imagen grotesca de los sueños, el agua que se escapa entre las manos y, por eso, prefieres cambiar aquellos nombres y lugares, dejar sólo los hechos con los sentimientos que arrastran. Puede ser una señal y casi te deslumbra. En el dolor, no obstante, el abrazo es más rápido que un cepo. Ser uno mismo, sí, pero antes ser de otros. De "Un intruso nos somete", Juan Carlos Abril (1997)

La soledad de no pertenecer - Clarice Lispector

Imagen
"Estoy segura de que en la cuna mi primer deseo fue el de pertenecer. Por motivos que ahora no importan, debía de estar siendo que no pertenecía a nada ni a nadie. Nací por nacer. Ya en la cuna sentí esta hambre humana y ha seguido acompañándome toda la vida, como si fuese un destino. Hasta el punto de que mi corazón se contrae de envidia y de deseo cuando veo a una monja: ella pertenece a Dios. Precisamente porque es tan fuerte en mí el hambre de entregarme a algo o a alguien me volví bastante arisca: tengo miedo de revelar cuánto lo necesito y lo pobre que soy. Sí, lo soy, muy pobre. Solo tengo un cuerpo y un alma. Y necesito más que eso. Quién sabe si empecé a escribir tan pronto porque, al escribir, por lo menos me pertenecía un poco a mí misma, aunque eso sea solo un triste facsímil. Con el tiempo, sobre todo en los últimos años, he perdido la capacidad de ser persona. Ya no sé cómo se hace. Y una forma nueva de la "soledad de no pertenecer" ha empezado a invadi...